13 marzo 2022 (2): La Vox de la conciencia
- Javier Garcia

- 13 mar 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 16 mar 2022
Supongo que ya sabéis que PP y Vox han llegado a un rápido acuerdo para gobernar conjuntamente la comunidad de Castilla y León y que un miembro del partido de Abascal presidirá el parlamento autonómico. El hecho no tiene nada de inopinado, pese al postureo previo a los comicios y los primeros desmentidos tras saberse los resultados electorales, era un secreto a voces que, al igual que en todos los casos anteriores, llegarían a un acuerdo, para mantenerse en el gobierno el primero, y para acceder a cuotas crecientes de poder el segundo. Como he repetido en muchas ocasiones, las matemáticas son tozudas y a estos enamorados de lo "camp" no les queda otra que el matrimonio, en parte de conveniencia, en parte por verdadero amor, para tener alguna posibilidad de juntar mayorías suficientes.
Pese al advenimiento del salvador y supuestamente moderado Feijóo, esta coalición de facto no sorprende, al fin y a la postre todos los implicados en ella nacieron de la misma madre que, premonitoriamente, se llamaba Alianza, pero ello no obsta para que siente un peligrosísimo precedente de blanqueo de un grupo político cuyo ideario propugna el totalitarismo sin ambages, ya que es partidario de ilegalizar un buen número de organizaciones que cuentan con un amplísimo respaldo electoral de la ciudadanía.
Efectivamente, fuerzas como la de Vox no están en la política para cumplir el mandato democrático y respetar el libre debate ideológico y la normal alternancia en el poder, sino que, como la historia nos lo muestra sin el menor espacio a la duda, el sistema de gobierno al que idealmente aspiran es de partido único, sin espacio para la oposición y, ni siquiera, para la disidencia.
Estas características, propias de los fascismos y nazismos que en el mundo han sido, hacen extremadamente difícil de digerir que nadie con el menor espíritu democrático alcance acuerdos estratégicos con ellos. Así lo ha entendido el Partido Popular europeo, que ha calificado la actitud de su homónimo español como de capitulación. Y, por esto, en la mayoría de los países comunitarios había funcionado una suerte de "cordón sanitario" que alejaba a las formaciones de extrema derecha de las coaliciones de poder.
No ha sido así por estos lares ibéricos. Y la razón de que lo de "Spain is different" siga rigiendo es que el franquismo nunca ha sido condenado oficialmente, nunca se juzgó a los autores de tantos crímenes y nunca se demandó que devolvieran los bienes de los que ilegalmente se incautaron. El resultado es que, varias generaciones después, las familias que se enriquecieron al calor de la guerra y la represión siguen integrando buena parte de la oligarquía económica y ocupando importantes cargos como servidores públicos. Su influencia, nunca venida a menos, ha revisado la historia, silenciado a quienes honestamente querían el resarcimiento de las víctimas de la represión y blanqueado el oscurísimo pasado de sus mayores. Como consecuencia de todo ello, los biznietos de quienes combatieron en ambos bandos, ignorantes, inconscientes de lo que ocurrió no hace tanto tiempo, no están convenientemente vacunados contra la peste del totalitarismo, de modo que los jóvenes conservadores de hoy ven a quienes militan en el extremo diestro del arco político como camaradas con los que compartir numerosos puntos de vista y, por qué no decirlo, a fanáticos útiles que manipular para que constituyan la vanguardia de la reacción y den la cara por lo más impresentable de su ideario compartido: la intolerancia política con el discrepante, la oposición al ejercicio de las libertades cívicas, propias de una sociedad laica desarrollada, y la defensa feroz de un sistema económico de extrema desigualdad.

Insisto, no creo que haya diferencia sustancial entre PPy Vox. Alguna idea exótica, algún banderín africano pero en el credo neoliberal, clavados; por cierto, credo que comparten con el Psoe.