12 febrero 2023 (1): Globos globales

La pasada semana mi fe en la tecnología sufrió un duro golpe, y es que, de tanto ver películas de americanos combatiendo por la religión verdadera, me habían convencido de la omnipotencia observadora de los satélites, capaces de verle el turbante al terrorista desde la órbita. Pero no debe ser así, pues atónito descubro, tras el incidente del globo chino sobre el cielo estadounidense, que todavía son necesarias atalayas mucho más próximas a los objetivos a vigilar, pero... ¡Ah, no!, que el artefacto era de los chinos y esos, ya se sabe, no fabrican ni venden más que porquerías.

Los norteamericanos no han perdido la ocasión para sobreactuar y han hablado de atentado contra su soberanía y del posible peligro que el aerostático podía representar para la población. Así que, mandando a hacer gárgaras la seguridad nacional, han preferido que el globo recorra el país de Oeste a Este y fotografíe hasta la reimplantada calva de Biden antes de derribarlo. Exquisitez que me sorprende sobremanera, porque el suelo y las aguas de algunos lugares de los Estados Unidos aún exhiben niveles intolerables de contaminación radiológica, debido a la descuidada gestión de los residuos nucleares por parte del ejército yanqui.

Los chinos, claro, se han quejado del ruido mediático y la hipersensibilidad política al otro lado del, qué ironía, Pacífico. Alegan que el ingenio en cuestión solo desempeñaba tareas de observación con fines exclusivamente científicos, pero no contaban con que la globitis es una enfermedad más contagiosa que el COVID, así que posteriores comunicaciones de la oficialidad yanqui han revelado, sin explicar por qué saben ahora lo que no sabían hace unas pocas horas, que el famoso inflable es parte de un plan global, vaya con el dichoso lexema, de espionaje a cuarenta países de los cinco continentes, añadiendo ayer sábado que han tenido que derribar un segundo ingenio sobre las aguas de Alaska. La inflada conjura de los amarillos ha sido corroborada por varios estados latinoamericanos que han denunciado un sobrevuelo similar al del Norte y hasta el secretario general de la OTAN se ha sumado al coro de los damnificados por los aeróstatos afirmando que Beijing ha intensificado su actividad de espionaje en Europa, incluyendo el despliegue de estos ligerísimos pero perversos objetos voladores.

Malicio que los taimados orientales tienen razón, su globo era solo un globo sonda, pero que no sondeaba las condiciones meteorológicas, sino el humor de sus enemigos, de modo que han podido constatar que del lado del mundo libre tenemos los nervios a flor de piel, sufrimos de complejo persecutorio y, de ahora en adelante, igual hasta prohibimos los globos en las fiestas de cumpleaños de nuestros chiquillos; después de todo seguro que esas ominosas piezas de caucho barato se fabrican en China y a saber con qué propósito se ofrecen a nuestros inocentes e inadvertidos infantes.

Me tranquiliza que si los camorristas chinos se han servido del globo para sus inconfesables y agresivos propósitos, a pendencieros no nos ganan y, por mor de este affaire y otros que lo precedieron (recordad el "gusano" que los orientales querían inocularnos con el 5G de Huawei), ya odiamos los ojos rasgados más que en los tiempos de las películas de Fu Manchú.

Total, que los ánimos están calientes, de modo que las seseras no acaban de razonar con la imprescindible frialdad. Barrunto que todo esto no hace sino normalizar un estado prebélico que, de otra manera, sería un tanto difícil de hacer digerir a una población que ya está pagando el gas del fracking a precio de marisco y ha de empeñarse para comprar carros de combate en vez de cambiar su vetusto y, dicho sea de paso, contaminante coche. Con todo, lo que más nos preocupa a los fiesteros es que se nos pueden chafar las juergas de entre amigos, con este ambiente enrarecido cualquiera pide un Glovo.