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12 diciembre 2021 (1): Llueve

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 12 dic 2021
  • 2 Min. de lectura

Llueve pertinazmente, sin tregua, sin escampar siquiera un instante. Llueve hasta la exasperación, llueve y agua la fiesta, el puente y hasta el anhelo de las próximas celebraciones. Llueve, riega y estimula la soledad; los embozos, los paraguas, el caminar apresurado y el pronto retorno a casa achican los espacios y los tiempos para la convivencia. Se hacen imposibles esas pláticas breves y amables de los encuentros casuales, se dejan para mejor ocasión las actividades compartidas al aire libre, se aplazan las visitas a los seres queridos, distanciados por el temporal.

Llueve también sobre las almas, encogidas por el declinar de la luz diurna y empapadas en la melancolía del continuo jarrear. Se curiosea tras los visillos, se conversa por teléfono, se desean felices fiestas mediante GIFs, se ven las competiciones deportivas por la tele, todo a la espera de que llegue la paloma de Noé con el ramo de olivo, aunque este maravilloso nuncio del retorno a la vida tal vez se ausente para siempre, abatido por uno de esos "deportistas" que se apostan en los pasos migratorios para perpetrar inmorales escabechinas.

Al aguacero meteorológico, se suma otro, aún más deprimente, llueven los casos positivos de COVID, las variantes del virus (pronto vamos a finiquitar el abecedario griego), las dosis de vacuna necesarias, los grupos de edad susceptibles de ser inmunizados, los porcentajes requeridos para alcanzar la "inmunidad de rebaño" (a este paso va a superar el 100 %), las olas, tan infinitas como las del insondable océano, los países con ínfima cobertura sanitaria desde donde nos exportan o, mejor, devuelven la cicatería con la que los excluimos, los malditos expertos que evitan cualquier pronóstico de riesgo y solo predicen lo que ya ha pasado, los políticos irresponsables que cargan todo el esfuerzo sobre la ciudadanía, los medios de comunicación amarillos cuyo negocio es agigantar la tragedia, los enfermos crónicos sin atender debidamente, los ancianos condenados a la reclusión y el aislamiento, los botarates del negacionismo y los recortadores de libertades que jamás nos las devolverán, los problemas socioeconómicos desatendidos a la espera de una normalidad que, me da en la nariz, nunca llegará, los desequilibrios mentales, siempre mal tratados (¿o maltratados?) y ahora simplemente ignorados.

No parece que tengamos paraguas que soporten estos diluvios. Así que, como hace miles, decenas de miles de años, deberemos encomendarnos a la naturaleza o, si nos puede la credulidad, a los dioses, y confiar en que cese de precipitar agua e infecciones. En lo que respecta al tiempo, hoy es el primer día que, parece, se hará la luz. En lo que toca al otro cataclismo, se habla de vacunas eficaces contra la variante ómicron para marzo, tiempo en el que tal vez nos estará colonizando la omega de las omegas y entonces nos prometerán un eficaz antídoto para dentro de otro semestre más y rogarán un enésimo último esfuerzo.

Remozad y aislad vuestras fachadas para evitar humedades, preparad igualmente vuestros brazos para soportar con estoicismo la acupuntura de nuevo cuño y vuestras reservas de energía para un crepúsculo tras el que no se espera un alba.

 
 
 

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