12 abril: Futboleros

“Panem et circus” ha sido la receta magistral para entontecer al pueblo desde tiempos remotos.

Aquí y ahora el espectáculo circense por antonomasia, el que mueve más recursos y, por supuesto, más embrutece, es el fútbol.

Como dirían los indios de las películas de Hollywood, no ha sino una sola luna cuando todavía ocupaba buena parte de los noticiarios, suscitaba feroces diatribas entre doctorados en sus arcanos y, sobre todo, despertaba la pasión de unos aficionados al parecer inmunes al aburrimiento de ver que los títulos eran privativos de un par de equipos.

No se podía vivir sin el fútbol y, consecuentemente, los que sí podían hacerlo, y además, en medio del lujo más extravagante y obsceno, eran jugadores, entrenadores, intermediarios y otras especies parásitas de un ecosistema donde los únicos herbívoros eran los últimos paganos de los derechos televisivos.

La peste canceló las competiciones sine die, y resulta que, como les ocurre a los adictos cuando se les pasa el mono, hemos descubierto la banalidad de este espectáculo, lo fácil que se puede vivir sin él y, esto es lo más relevante para desterrar nuestra ingenua devoción, cómo “sufren” el confinamiento estos millonarios ignorantes, ostentosos y para nada empáticos.

Confío en que estemos ante el principio del fin de la escalada de un negocio que ha alcanzado cotas hiperbólicas de insensatez y que cobija gigantescas operaciones de evasión fiscal y blanqueo de dinero.