11 septiembre 2022 (1): Clases de religión
- Javier Garcia

- 11 sept 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 sept 2022
Con un poco de retraso, por la insólita celebración del quinto centenario de la vuelta al mundo de la flota capitaneada por Elkano, han comenzado las clases. Ávidos los medios de noticias que llevarse a la rotativa (o lo que sea incorpóreo que ahora la sustituya), suelen hacer referencia a esta periódica circunstancia aprovechando la más mínima oportunidad que el nuevo curso les concede. Así que, entre otras cosas más importantes, como que se empieza sin contenido oficial para las nuevas asignaturas y que un buen puñado de docentes no sabían dónde ejercerían su magisterio un día antes del inicio de las clases, leo que en Euskadi escasean los profesores de religión islámica.
Esto me suscita la cuestión de por qué los creyentes de todas las confesiones se consideran en el derecho de que el estado corra con los gastos del adoctrinamiento de sus menores. El argumento con el que seguro me responderían los piadosos es que la religión atiende y da respuesta a las cuestiones más trascendentes que el humano pueda plantearse, como el sentido de la vida y su relación con la divinidad y que, consecuentemente, tiene un carácter sagrado. Y no les faltaría razón si no fuera por el "pequeño" detalle de que este mundo acoge centenares, si no miles, de creencias diversas. De modo que, en el mejor de los casos, solo una de ellas, la verdadera, estaría en posesión de los atributos que suponen tienen todas. El resto, o la totalidad, porque cuando hay cientos de teorías para explicar algo se evidencia cuán lejos de la verdad están todas las opciones, no pasaría de la condición de pensamiento mágico.
Así las cosas, las creencias espirituales, si bien respetables en el contexto del derecho inalienable a la libertad de pensamiento, no tienen por qué gozar de privilegios que otros posicionamientos de carácter ideológico no disfrutan. Quiero decir que, con el mismo alegato, están igualmente legitimados para reclamar una formación subvencionada en línea con sus ideas agnósticos, ateos, fascistas, neoliberales, marxistas-leninistas y hasta naturistas y veganos, que para algo todos pagan sus impuestos. Naturalmente que no estoy proponiendo semejante dislate, sería un desatino de proporciones colosales arbitrar un sistema educativo que ahondara el ya preocupante sectarismo o diera cancha a ideologías abiertamente totalitarias. A lo que voy es que, teniendo razón los progenitores musulmanes al considerarse discriminados por el sistema educativo público, que el último año destinó la friolera de 115 millones de euros a la enseñanza de la religión católica, la solución a esta injusta situación no pasa por contratar a más profesores doctos en su fe, sino en la supresión de cualquier enseñanza religiosa en la escuela pública y la cancelación de las ayudas a la concertada que tengan como fin esta clase de formación.
En último término se plantea la duda de si es moralmente aceptable que los predecesores intenten imponer a sus proles ideario y cultura. Si queréis mi opinión, y en la línea del tratamiento uniforme que propongo para todas las ideologías, soy partidario de que también la opción religiosa nazca de una reflexionada y libre decisión de alguien ya formado, que se adhiere a una determinada creencia sin la injerencia de terceros. Pero también comprendo el papel otorgado por el estado a progenitores y tutores, así que barruntando enormes dificultades jurídicas para preservar los derechos del menor y siendo consciente de la inevitabilidad del adoctrinamiento en el hogar, acepto a regañadientes la enseñanza religiosa, pero bien entendido que impartida fuera de las aulas sostenidas con el erario público y al cargo económico de los padres o de las iglesias a las que pertenezcan.

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