10 septiembre 2023 (2): Inmóviles
- Javier Garcia

- 10 sept 2023
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Estos días pasados ha dado comienzo oficial el tiempo lectivo en la mayoría de los centros educativos. Así que las calles han recuperado el habitual pulso por la presencia de animados grupos de niños, los más ya talluditos, y adolescentes que pululan por nuestros pueblos y ciudades cual hordas carentes de liderazgo.
Estas mesnadas del aburrimiento (son evidentes sus dificultades para hallar actividades colectivas que los satisfagan) se mueven en browniano ir y venir de las tiendas de chucherías a los supermercados y de estos a cualquier espacio público donde asentar sus posaderas para comer sin hambre y llenar el suelo de inmundicias y residuos, porque carecen de la mínima sensibilidad medioambiental y los domina el mal hábito del sedentarismo; no saben matar el tiempo sino consumiendo calorías vacías o grasas de baja calidad y peor efecto a largo plazo sobre la salud.
Son quimeras biónicas, porque poseen un soma extendido por mor de los dichosos teléfonos celulares; incapaces de prescindir de ellos, de acallarlos en sus bolsillos, siquiera para que durante unos pocos minutos sea posible el diálogo sin la mediación electrónica. Se mueven ensimismados, con sus miradas rendidas a las cautivadoras pantallas, prestando mayor atención al ausente, a cualquier bulo circulante, a un maldito acosador del débil o diferente y a violentos vídeos pornográficos, degradantes de la mujer, tal vez con el infortunado protagonismo de algunas compañeras de aula, mientras el camarada que tienen al lado es un borroso elemento más del distante paisaje.
Estamos, sin género de dudas, ante la adicción más universal, me atrevería a decir que afecta a la práctica totalidad de ese colectivo, constituido por personas en construcción, particularmente susceptibles a la manipulación y proclives a sumirse en el gregarismo más irreflexivo. Y ello pese a que se acumulan las evidencias del daño, social, intelectual y psicológico, que estos dispositivos están infligiendo a mentes aún sin criterios ni valores bien establecidos.
Afortunadamente ya se vislumbra cierta luz al final del túnel. Van menudeando los centros educativos que establecen normas restrictivas del uso de los móviles durante las horas de clase y aún en los lapsos de recreo, al tiempo que los países más sensibilizados (léase los nórdicos) ya se atreven con una reglamentación universal al respecto.
Todas las medidas serán necesarias, incluso aquellas que se tomen fuera del ambiente estudiantil, porque aunque esta pandemia afecta particularmente a los más jóvenes, no es menos cierto que la inmensa mayoría de la población también comparte esta desdichada dependencia que monopoliza el tiempo de ocio, menoscaba la capacidad de trabajo, erosiona el criterio propio, sirve de vía de proliferación a las mentiras más ominosas, restringe las relaciones sociales y es el origen de un amplio abanico de patologías oftalmológicas, músculo esqueléticas y del comportamiento.
Guerra pues al inmovilismo de los móviles, a su tiranía. Derroquemos su despótico régimen, despojémosles de su carácter finalista, devolviéndolos a su modesta condición de medios, útiles cuando se hace un buen uso de ellos. Volvamos al libro (el de verdad, ese de pasar las páginas mientras nos alcanza el embriagador aroma del papel manchado de tinta), a la cháchara amistosa y a telecomunicar hablando, porque son teléfonos, pero hoy apenas se emplean para su original funcionalidad.

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