10 enero 2021 (1): La semilla del diablo
- Javier Garcia

- 10 ene 2021
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Esta semana hemos asistido, entre horrorizados y confundidos, al esperpento interpretado por las hordas de Trump en su asalto al Capitolio en Washington. Pasado el susto y, ante lo estrafalario de algunos de los sublevados y las delirantes teorías conspiranoicas en las que creen, podemos caer fácilmente en el error de interpretar como una bufonada la incursión de "Yellowstone Wolf" y sus coleguis, cual gremlins gamberros por haber comido después de media noche, en los sagrados despachos de la Cámara de Representantes.
El suceso, sin embargo, tiene mucha miga. En primer lugar, ha demostrado que la primera potencia mundial es, en realidad, un gigante de pies de barro; un enorme hervidero de gentes diversas y peculiares muy mal avenidas. No podía ser de otra manera en un país donde la injusticia social alcanza cotas de obscenidad difícilmente soportables. Ese estado de insatisfacción generalizada lo mismo moviliza a las minorías raciales manifiestamente discriminadas ("Black lives matter") que desentierra los viejos supremacismos por parte de una clase baja blanca que, en vez de alinearse con los otros colectivos perdedores, ve en ellos el origen de sus males.
Es ese el caldo de cultivo que los poderosos terratenientes de la América Profunda han agitado para la consecución de su propósito de acabar con el globalismo, tan beneficioso para la banca y las tecnológicas, pero tan ruinoso para sus ranchos, incapaces de competir con los productos agrícolas y pecuarios provenientes de los países vecinos. Fueron ellos y su dinero quienes auparon a Trump a la presidencia de los Estados Unidos, y quienes siguen soportando económicamente el gigantesco dispositivo mediático puesto al servicio de su causa.
Se recurrió a la mentira, tan sistémica e insistente que, como ya descubriera Göbbels, es ahora la verdad incontestable para millones de mentecatos. Junto a esta manipulación de la realidad, se ha propuesto la fácil solución a los múltiples problemas de esta sociedad enferma de instaurar un régimen autoritario, encabezado por un líder carismático. Naturalmente que el carisma en modo alguno significa inteligencia u honestidad; de hecho, al prohombre "naranja" no lo distinguen ninguna de esas dos virtudes. Eso sí, por su codicia y falta de escrúpulos, es fácil presa del soborno y el chantaje, lo que representa toda una garantía de sometimiento a los intereses de quienes lo auparon.
En fin, que con Trump se han dado los pasos "de manual" para el tránsito de un sistema democrático a uno iliberal, primero, para terminar en totalitario después. El procedimiento y sus bien establecidas etapas no difieren de los que se siguieron en Alemania en los años 30 del siglo pasado y que, como todos sabemos, desembocaron en la mayor catástrofe bélica de la historia. En este caso les han fallado el ejército (al que se apeló, pero que al fin solo se movilizó a instancias del vicepresidente Pence, y para preservar el orden), las grandes tecnológicas y la poderosa clase media alta norteamericana, cuyo bienestar depende de los mercados globalizados y el multilateralismo.
Pese al fiasco de los sediciosos, la semilla del fascismo está plantada, y puede germinar en cuanto las condiciones vuelvan a ser las idóneas. Solo una sociedad bien formada,
cultivada en el ejercicio del criterio propio y la libertad de pensamiento, podrá hacer frente al triunfo de la ignorancia y de la muerte; y garantizar la pervivencia del sistema democrático, sin duda el menos malo de los posibles. Y esto sirve para Norteamérica y para esta Iberia en la que algunos proceden según el mismo manual que el seguido por los asaltantes del Capitolio; tratan de deslegitimar al gobierno legalmente constituido y hasta tienen sus manitúes particulares, no hay más que ver lo que les gusta la tauromaquia y cómo agitan la rojigualda con el toro de Domecq por escudo.

no lo veo con la claridad que tú lo ves; con infinitos matices pero me quedo con Trump; visceralmente, se me atraviesan los tipos como Obama, Kamelo Harris y no digamos los Clinton; el pederasta viejo verde de Biden ya es cosa aparte, a este le reservo un sitio especial en el Infierno