9 junio 2024 (1): Me duele Europa
- Javier Garcia

- 9 jun 2024
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Hoy estamos llamados a las urnas. Se trata de las elecciones más relevantes de cuantas hemos encarado en el último par de años y, sin embargo, el electorado, por lo menos el más próximo, se las toma como si fueran una revancha menor de generales o autonómicas. Por mi parte, las considero importantísimas por varias razones: la primera, porque es Bruselas, y no Madrid o Vitoria, quien rige el día a día de la ciudadanía, ya que son la legislación y normativa comunitaria las que determinan el marco general de actuación en la vida ordinaria. La segunda es más coyuntural, la Unión Europea ha fracasado como proyecto común para las personas, centrando excesivamente su prioridad en las mercancías y las finanzas y, por si eso fuera poco, quiere ahora ser un apéndice de una Europa militarizada, en guerra contra su margen este, y seguidista en términos geoestratégicos de lo que mande el anciano norteamericano de turno.
Hay que ir a las urnas y votar, no solo contra los partidos de extrema derecha de manual, sino contra los otros que, sin calificarse de tales, coadyuvan a la regresión en derechos y al aumento de la violencia como fórmula de luchar contra... esa misma violencia.
Hay que decir que no a los voceros de la conflagración que se expresan en términos de confrontación desde París y Berlín sin el menor pudor. Bastante sufre la juventud europea, a la que con el maltrato laboral se le ha negado todo futuro, como para que ahora una cuadrilla de viejos pretendan mandarla al matadero.
Queremos otra Europa, una que iguale por arriba los derechos de los trabajadores, por varias décadas recortados hasta su práctica inexistencia; que reconstruya el progreso recuperando su empuje industrial, basándose en el enorme capital humano con el que contamos; que refuerce su apuesta social en favor de los débiles, porque además de ser lo justo, también hace crecer la economía; que funde su recuperación en el progreso científico y tecnológico, haciendo posible la verdadera transición verde y la lucha eficaz contra el cambio climático y, en definitiva, un continente que vuelva a sonreír, que de nuevo sea atractivo para quienes quieran unirse al club y que negocie con sus vecinos relaciones de buena vecindad e intercambio comercial que sea mutuamente conveniente.
Para todo eso hay que ir hoy a las urnas y negarles el voto, insisto, no solo a los de indudable tufo fascista, sino también a aquellos que nos quieren criados del capital internacional, que son muchos más.

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