6 octubre 2024 (2): Los caballeros las prefieren rubias

Estos días está ocupando, y saturando, a los medios la historia de las infidelidades conyugales del rey emérito, Juan Carlos I, con la actriz de revista Bárbara Rey.

Choca que el tema esté dando tanto que hablar ahora, cuando se trata de un affaire bien conocido desde hace décadas y que, además, al parecer no es el único de esa naturaleza que ha protagonizado quien fuera jefe del estado.

Lo cierto es que, como ciudadano, no me interesan las vidas privadas de los cargos políticos, sino lo que hacen en el ejercicio de sus responsabilidades. Así que no me preocupan ni ocupan las relaciones no confesables, ni otorgo el menor significado político a que los reyes se llevaran magníficamente o rematadamente mal. Cuando se cierra la puerta de cada hogar, sus ocupantes tienen el derecho inalienable de ocultar al resto de los mortales sus intimidades, y creo que eso debe ser así en cualquier caso. De la misma manera, no es nada del otro mundo, y menos en los tiempos que corren, que una relación de pareja fracase y se publicite y, por supuesto, se extinga merced a las amplias posibilidades de ejercer el derecho a la rectificación por la separación o el divorcio. Y, claro, materializada la ruptura, cada cual es libre de reconstruir su vida sentimental como guste o pueda.

Dicho esto, apuesto a que no se van a publicar grabaciones que tengan que ver con el ex jefe del estado en el ejercicio de sus funciones y, menos, ningún documento, sonoro o gráfico, que dé cuenta de actividad lucrativa privada alguna del señor en cuestión. Y, repito, eso es lo único que debiera despertar nuestra atención, tanto si el tal material refleja un comportamiento impecable como si muestra conductas impropias del cargo.

Por otro lado, la agitación de este viejo asunto (tanto que los tortolitos ya no están para muchos requiebros) lo protagonizan medios de la derecha neta, cuando no de la extrema derecha; y, por ello, cabe preguntarse sobre su propósito: ¿se trata de un acoso y derribo de la institución monárquica por parte de los ultramontanos, para los que la realeza ha dejado de representar su símbolo más preciado o, por el contrario, de una maniobra de apoyo al actual rey, vendiéndolo como la némesis benigna de su progenitor, campechano pero de desordenadas relaciones?