6 octubre 2024 (1): Pese al asombro impostado del PSOE, el PNV es el de siempre

Las Juntas Generales de Bizkaia y Gipuzkoa acaban de aprobar sendas mociones en favor del derecho a decidir. Lo han acordado Bildu y PNV en ambas cámaras y, evidentemente, nadie puede sorprenderse ya que el principal objetivo político de las dos formaciones es la independencia de Euskalherria. Hace tiempo, además, que los impulsos nacionalistas muestran mucha mayor influencia que los de clase, de modo que, tanto en Catalunya como en Euskadi, es mucho más fácil la sinergia entre separatistas o unionistas que la que pudiera darse entre entidades de parecida sensibilidad social.

Lo que aclaro más arriba no es opinable, es un hecho incontrovertible que solo se difumina merced a los complejos intereses convergentes con el PSOE que algunos independentistas han de defender en Madrid si no quieren caer en la ilegalidad que, sin género de dudas, decretaría la derecha española.

Dicho todo esto, la "sorpresa" del Partido Socialista es solo postureo. Saben que llevan décadas conviviendo con los nacionalistas en gobiernos vascos cuyo único propósito es sostener al gobierno central y, como contrapartida, callan cuando sus socios hacen declaraciones grandilocuentes sobre el futuro estado vasco; siempre, claro, que no se les ocurra convocar una referéndum unilateral a la manera catalana.

El embrollo se complica aún más porque, pese al crecimiento del voto nacionalista, el fervor por una Euskadi separada de España declina, y no porque la patria "indivisible" despierte encendidos entusiasmos, sino porque el reloj de la historia marca fechas poco propicias a la separación: las que se produjeron en Europa tras el fin de la guerra fría no han sido muy satisfactorias para casi nadie y el inevitable mestizaje, cultural y étnico, derivado de los movimientos migratorios (incluyendo los de los propios vascos que, cada vez en mayor número, han de buscarse la vida en otras tierras) tampoco ayuda a calentar los ánimos independentistas.

Así que estas mociones hoy no dejan de ser más que brindis al Sol, para cohesionar ideológicamente al segmento de la población que aún sueña con un estado propio, pero que se cuenta en número notablemente inferior a la suma de todos los que votan nacionalista. Por eso, las citadas mociones se limitan a un palabrerío sin consecuencias, no vaya a ser que generen cierta desafección entre una parte notable de los propios electores.

El resultado de esta comedia, que todas nuestras fuerzas políticas interpretan, cada una en su papel, es que no se atienden los acuciantes problemas de una sociedad que lleva tres décadas perdiendo comba con su derredor. Para cuando nos demos cuenta, ni los independentistas ni los unionistas querrán residir en una región europea de las de más baja calidad de vida, y la mayoría de los vascos serán provenientes de otros continentes, menos exigentes con los estándares de bienestar que hasta hace poco se consideraban irrenunciables en Europa. De sobra está decir que a esa nueva población le importan un pimiento, digo un comino, que le es ingrediente más afín, nuestras consideraciones tribales, porque ya tiene las suyas.