6 julio 2025 (2): La condena de la España vaciada
- Javier Garcia

- 6 jul
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Actualizado: 17 ago
Por inicial querencia de mi padre, paso un tiempo variable de mi verano en Villafranca del Bierzo desde la infancia. Mis visitas, más o menos periódicas, me han proporcionado una magnífica atalaya desde la que observar los cambios socioeconómicos acontecidos en el interior peninsular desde hace más de medio siglo.
Es el caso que, durante el desarrollismo sesentero, muy probablemente por la movilización de la gran inversión hacia los sectores secundario y terciario y la inyección en el campo de capital modesto desde la emigración, los latifundistas de este rincón del noroeste español vendieron parte de sus tierras a pequeños productores que pusieron en explotación muchos espacios apropiados para la huerta, disparando la producción de frutas y hortalizas.
Su dinamismo incluía la comercialización directa; aún los estoy viendo cargar aquellos autobuses mixtos (para personas, ganado y mercancías en la baca) con sus gigantescos cestos que llamaban banastas, y marchar aún de noche para vender sus productos en las ferias del este gallego.
Fue el tiempo en que, gracias a ese trabajo denodado de tantos, se salió de la pobreza y muchos de los hijos de aquellos esforzados pudieron, al fin, estudiar en la universidad. Pero la alegría duró poco en la casa del pobre, creo que ni siquiera dos décadas, porque en el sudeste se concretó un ambicioso proyecto de industrialización de la producción alimentaria que, unido a la mejora de las vías de comunicación y de la logística de distribución, acabó con la competitividad de los pequeños agricultores.
El proceso de compra venta de tierras se revirtió, los antiguos propietarios volvieron por sus fueros y solo el vino, ya en pocas manos (quebraron los proyectos cooperativos), mantuvo el tipo.
El resultado de todo esto es una comarca de la que huye la juventud, por la evidente escasez de empleo, solo sostenida por el impulso turístico proporcionado por la internacionalización del Camino de Santiago.
Afortunadamente hay cosas que no cambian: el magnífico clima, las bellezas naturales del Bierzo y sus límites montañosos, el patrimonio histórico artístico descomunal y unos caldos de la uva maravillosos. Acercaos a este rincón de la geografía todavía poco conocido y disfrutad de sus peculiaridades.

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