5 mayo 2024 (2): La suegra borracha o el pellejo entero, pero los dos, imposible
- Javier Garcia

- 5 may 2024
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Al senil presidente norteamericano se le está manifestando en toda su crudeza la imposibilidad de obedecer las consignas de las empresas armamentistas sin rechistar y, a la vez, mantener el apoyo de la comunidad norteamericana más humanista.
Por eso se le han levantado los estudiantes de los centros de educación superior más prestigiosos del país, sitos en las dos costas de la modernidad yanqui, obligando al estado a quitarse la máscara y recurrir a la más dura represión para vaciar aulas y desmontar campamentos propalestinos en prestigiosos campus universitarios.
Siempre ha sido difícil poner una vela a dios y otra al diablo, y mantener ambas encendidas y bien alimentadas de cera. Deberá tenerlo en cuenta el supuesto demócrata en la cada vez más cercana campaña presidencial, y decidir si le merecen más la pena las dádivas electorales de las grandes empresas o los votos progresistas.
Y es que es muy difícil aceptar que tu opción política, supuestamente solidaria con los débiles, apoya la matanza indiscriminada de civiles, incluyendo niños y bebés, aprovisiona de armas de destrucción masiva al agresor y paraliza cualquier medida de la comunidad internacional contra el autor de todos esos crímenes de lesa humanidad, permitiendo la sangrienta eliminación de todo un pueblo.
Al otro lado del Atlántico, sobre todo en Reino Unido y Francia, que también se han distinguido por su alineación incondicional con el matón de Oriente Medio, se temen un contagio de la respuesta estudiantil americana; máxime cuando acogen una numerosa comunidad musulmana, por cierto, nada satisfecha con su encaje social y económico en tierra europea.
De este modo sigue acrecentándose la grieta abierta entre la clase política de los países occidentales y su ciudadanía, harta de que sus dirigentes adopten medidas rechazadas por la gran mayoría de la población. Ahora mismo se solicita a la juventud de nuestras tierras que bendiga políticas militaristas y, si es el caso, acuda mansamente a ser sacrificada en los campos de batalla, cuando su deseo es la coexistencia pacífica y el ejercicio del derecho a tener un futuro, que los escasos derechos laborales actuales le niegan día sí y día también. Como ya he dicho en algún artículo anterior, es hora de que la gente corriente se alce ante las pretensiones de los poderosos de este mundo, y reclame con la fuerza de su número otra política y otra economía, acordes con las necesidades y los retos planteados por la globalización de los problemas de toda índole que nos acechan; la guerra no es la solución, sino el problema.

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