5 enero 2024 (2): Otra vez las anacrónicas ofensas a los sentimientos religiosos
- Javier Garcia

- 5 ene
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En la tele pasaron la Nochevieja y las primeras horas del 2025 del modo anodino y ausente de originalidad de los últimos dos decenios, protagonizadas por personajillos de moda o exhibiciones corporales inoportunas, pelín asquerosillas, por cubiertas de orgánicos y, además, antiestéticas. Pero esta no ha sido la noticia, sino que la tal Lalachus, pareja de Broncano en las uvas de la 1, mostró un papelucho con un motivo religioso cristiano acabado en la cabeza de la vaquilla del programa del mismo canal "El Gran Prix".
Es el caso que, inmediatamente, se han echado sobre ella todas las huestes de la reacción meapilas, encabezadas por la Conferencia Episcopal, mientras su brazo ejecutor, esas asociaciones denominadas "Abogados Cristianos" o "Hazte Oír" (no sé si las dos o una de ellas), se presentaban en el correspondiente juzgado competente con la pretensión de empapelar a la cómica, basándose en el articulo del Código Penal que tipifica como delito las supuestas ofensas a los sentimientos religiosos.
Lo que pone de manifiesto, y van no sé cuántas veces, que persiste en nuestro ordenamiento jurídico una regla punitiva del todo anacrónica y atentatoria contra el derecho de la libre expresión y el del ejercicio de la crítica, y hasta de la sátira, contra las ideas (las personas son los únicos entes jurídicamente preservables, siempre que no recurran a la absurda causa de "sentirse ofendidas" por quienes simplemente discrepan); y esto no puede seguir así en toda democracia que se tenga por tal. En un estado aconfesional, como dice ser el nuestro, las creencias son competencia exclusiva de los humanos individualmente considerados, que han de poder profesar cualquier religión, o ninguna, sin que por ello sean señalados o resulten perjudicados en su vida privada, social o laboral. Así que, señores de las mitras y allegados, lo que para ustedes es sagrado para los que no comparten sus convicciones y dogmas no se diferencia de cualquier otra opinión o punto de vista, debatible e, incluso, refutable, argumentando las razones debidas.
Así que, para el estado moderno y democrático, no debe haber verdades absolutas o ideologías libres de la crítica y, consiguientemente, ese artículo del malhadado Código Penal hace mucho tiempo que debiera de haber sido derogado y borrado del ordenamiento jurídico. ¿Por qué sigue ahí? Pues por lo pusilánime de la izquierda y lo carca de la ideología de algunos partidos nacionalistas que ahora son necesarios para configurar la suficiente mayoría parlamentaria. Y aquí pongo en solfa la actitud de estos últimos cuando son conscientes de que muchos de sus electores de hoy para nada comparten las posiciones trabucaires y frailunas de los fundadores de dichos grupos políticos; que sepan sus simpatizantes que no son de misa dominical lo que hacen con sus votos.

España, institucionalmente, es el país más reaccionario de Europa. No hay que olvidar nuestra historia como martillo de herejes. Ha sido más papista que el propio Vaticano y además sin la finura de la Curia. Reaccionarios y brutos, de un paletismo grosero