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4 febrero 2024 (2): El arancel universal de Trump

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 4 feb 2024
  • 3 Min. de lectura

Es año electoral en los Estados Unidos de América. Salvo sorpresa mayúscula, en los definitivos comicios de noviembre se enfrentará el ex presidente Donald Trump contra el presidente en el cargo, Joe Biden. Toda una garantía de futuro (entre los dos suman 158 años).

Ambos representan, y defienden, el liberalismo más radical y, por consiguiente, los dos son paladines de los potentados. En la política norteamericana no hay, a día de hoy, espacio ni siquiera para tímidas candidaturas socialdemócratas con propuestas de política económica de corte keynesiano; posiblemente porque las consignas individualistas han calado tanto entre los trabajadores por cuenta ajena y los modestos autónomos que apenas unos pocos muestran inquietudes sociales y, menos, conciencia de clase; porque el sistema ha conseguido desviar lo poco reivindicativo que se gesta al ámbito de las cuestiones raciales y de género.

Así las cosas, demócratas y republicanos defienden dos modelos de capitalismo feroz y, sin embargo, radicalmente diferentes. Los primeros representan los intereses de las grandes multinacionales del armamento, la electrónica, las comunicaciones, el software y la emergente inteligencia artificial, cuyos centros de decisión se hallan afincados en las áreas costeras de este gigantesco país. Como el mercado para estos líderes internacionales en sus respectivos sectores es el mundo, los demócratas son globalistas en lo económico, partidarios de una política internacional injerente en los asuntos internos de las otras naciones e intervencionista en los conflictos bélicos.

Los republicanos, sin embargo, son la voz de las medianas fortunas norteamericanas, mayormente vinculadas al agro (los Estados Unidos son la primera potencia mundial agrícola y ganadera) o a los servicios con sede en la América profunda. Consiguientemente, son extremadamente nacionalistas, de ramalazo autárquico, proteccionistas y reticentes ante la globalización desbocada. Para ellos y sus simpatizantes la política internacional ha de perder peso en la agenda gubernamental y aceptan a regañadientes el papel de gendarmes del orden establecido, que preferirían se defendiera en comandita con las otras potencias occidentales, según ellos reticentes a asumir la responsabilidad que las compete. En definitiva, para esta gente con marcadas tendencias aislacionistas no hay aliados, solo enemigos o, en el mejor de los casos, competidores.

Teniendo todo esto en cuenta, no debe causar sorpresa alguna que Donald Trump haya aireado como estrella de su programa económico la instauración de un arancel universal del 10 % para todos los bienes que los Estados Unidos importen desde el exterior. De ponerse en práctica esta medida tendría imprevisibles consecuencias en las relaciones internacionales. Con toda seguridad la potencia competidora (China) propondría trabas a la comercialización de los productos yanquis en su territorio de similar cariz y, muy probablemente, también los tradicionales aliados occidentales responderían con tasas a la entrada de los productos norteamericanos.

Así que lo que se dirime este próximo otoño es si el mundo va a continuar desalambrando divisorias (¡ojo!, solo para las mercancías, porque para las personas se alzarán más muros y se desenrollarán concertinas cada vez más difíciles de salvar, sea cual sea el resultado de las elecciones yanquis) o si, por el contrario, volverán los controles fiscales en los pasos fronterizos. Esto en lo económico, porque en lo militar una eventual victoria electoral de la candidatura republicana limitaría la participación de los Estados Unidos en los conflictos bélicos regionales, lo que sería bienvenido, pero al tiempo aceleraría la carrera para el desarrollo de nuevas armas estratégicas de destrucción masiva, prioritarias en la visión que tiene esta organización política ultraconservadora de la defensa de la patria.

¿Con qué alternativa os quedáis? Las opciones son solo dos y poco ilusionantes; se trata de optar entre Guatemala y Guatepeor, entre freírse en la sartén o precipitarse al fuego.

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
04 feb 2024

Yo creo, sinceramente, de verdad, de corazón, que las elecciones americanas son una farsa aun mayor que la que nos comemos nosotros aquí. Pero si fuera tal como lo que puedo leer en tus líneas, viva Trump!

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