28 julio 2024 (2): Olimpismo demediado

Acaban de arrancar los Juegos Olímpicos de París, a los que no les ha sido permitida la asistencia a Rusia y Bielorrusia, por la invasión de Ucrania. Se libran muchas otras guerras en el mundo sin consecuencias olímpicas, algunas especialmente lacerantes porque, más que guerras, son exterminios practicados por el poderoso con el propósito de hacer desaparecer al pueblo que molesta.

De esos conflictos el olimpismo ha preferido no saber nada; más aún, alguno de los estados involucrados en esas matanzas ha desfilado como uno más de los participantes, tan campante, disfrutando del mismo estatus que cualquiera de los otros competidores.

No es extraño que ese vergonzante doble rasero genere malestar y violencia (aunque eso no sea una justificación para el empleo de la fuerza). Así que la ceremonia de apertura, que quería ser la más compartida de la historia y había sido concebida para que se viviera en casi cualquier punto notable de la ciudad del amor, se celebró sin espacio para los turistas y vecinos, para proteger a la cohorte de mandatarios que se apuntaron al evento.

Como entusiasta que soy de los Juegos Olímpicos, por el carácter universal de las disciplinas deportivas convocadas y, ojalá fuera así, el de los propios concurrentes, lamento la celebración demediada de esta edición del mayor acontecimiento público que este planeta ha sido capaz de concebir.

Peor todavía, el espíritu olímpico de paz y concordia ha sido sustituido por el de la confrontación y la “solución” militarista, ejecutada por los poderosos. Mal vamos.