28 enero 2024 (2): Submarinos amarillos
- Javier Garcia

- 28 ene 2024
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Actualizado: 31 ene 2024
El acuerdo, aún no completo, del PSOE con Junts y ERC para que el texto de la futura ley de amnistía no deje espacio a una interpretación que pueda excluir del olvido penal a algunos de los encausados por el 1O, ha suscitado la furibunda reacción del presidente de Castilla La Mancha, el señor García Page, acusando a sus redactores, principalmente sus propios camaradas del Partido Socialista, de relativizar los crímenes más graves. Y, no conforme con eso, en público compadreo con los prohombres populares Moreno Bonilla, Mazón y López Miras, con los que coincidió en el certamen turístico Fitur, promocionando las bellezas de sus respectivas comunidades autónomas, se ha quejado literalmente de que "están a punto de extraditarlo", para añadir más tarde que la organización política a la que pertenece se ubica "en el extrarradio de la Constitución".
No es la primera vez que este "varón territorial" se lanza feroz a la yugular de la actual dirigencia socialista y se muestra en extremo crítico con el gobierno de la coalición progresista. Actitud que, por cierto, comparte con otros notables sociatas de ayer y de hoy, y cito los nombres de los más ilustres de entre los insurrectos: Javier Lambán y los históricos Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Alfonso Guerra y Felipe González.
Amo la controversia, la discrepancia bienintencionada y el debate libre de servidumbres, porque sin ellos una organización se despeña por el abismo del autoritarismo, al que siempre lo acompañan la adulación, el ocultismo, la estéril unanimidad y las constantes conspiraciones. Pero, claro, la militancia en un partido político exige una mínima comunión con los ideales y los principios ideológicos que lo sustentan, un respeto por los estatutos que lo rigen y una praxis en sintonía con las consignas marcadas por las mayorías. No es el caso de estos... "versos sueltos" (me pongo en guardia en cuanto escucho este eufemismo) que, con sus declaraciones extemporáneas y más propias de la derecha o, incluso, de la extrema derecha, faltan a la mínima disciplina partidista exhibiendo posturas abiertamente hostiles a las directrices marcadas por la dirigencia y aprobadas en los pertinentes congresos.
Así que a estos señores les diría que, efectivamente, son muy libres de pensar lo que quieran y de manifestarlo públicamente cuando y donde les apetezca, pero que se den de baja, rompan su odiado carnet y dejen de actuar bajo un ropaje político que les sienta como al diablo el hábito talar. Esa sería la única postura honesta que se puede esperar de ellos y, de no adoptarla, no queda más remedio que sospechar que, o se han confabulado con el conservadurismo más rancio para demoler desde dentro su propio partido, o su arrogancia y el rencor personal priman sobre el interés general.
Claro que en este esperpento hay dos colectivos de actores principales, el de los amotinados y el que constituyen los actuales dirigentes nacionales del partido. Y, lo digo bien alto y claro, no entiendo la tolerancia pusilánime ante tanta defección. Si los desleales no se dan de baja y ni siquiera dimiten de sus cargos públicos, procede cesarlos en sus responsabilidades y expulsarlos por la vía de la extrema urgencia.
¿Por que el Partido Socialista Obrero Español no adopta las medidas disciplinarias que en estas circunstancias resultan del todo pertinentes? Es un misterio indescifrable. Si no fuera porque ciertas cosas son impensables bajo un estado de derecho, cualquier malicioso podría conjeturar que estos insubordinados usan información extremadamente sensible como arma arrojadiza; alternativamente, dada esa inexplicable pasividad de los órganos disciplinarios partidistas, también hay sitio para fantasear a lo conspiranoico, imaginando el dislate de la existencia de cierto secreto compromiso del partido con los poderes económicos o el estado profundo de mantener una actitud ambigua o contradictoria ante las grandes cuestiones políticas; en cuyo caso los supuestos rebeldes no serían sino fieles ejecutores de una retorcida estrategia.
En cualquier caso, sea por la inocente convergencia de la altivez con la senilidad o por una deliberada actitud polémica, el PSOE tiene submarinos en su seno y, además, amarillos, porque abusan sistemáticamente de la hipérbole. Con lo amable y divertida que es la canción "Yellow submarine" de los Beatles...

los votantes de izquierda del psoe siempre han suscitado en mí una ternura entrañable como los niños que aún creen en los reyes magos