28 abril 2024 (1): Euskadi, ¿igual o distinto?
- Javier Garcia

- 28 abr 2024
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La semana pasada se celebraron los comicios autonómicos en mi tierra. Va a gobernar la coalición que lo lleva haciendo durante la mayor parte de la historia reciente y, en ese sentido, no van a cambiar las cosas. Tampoco hay mayores sorpresas territoriales, confirmándose que el PNV es, en gran medida, un partido vizcaíno y que en Álava hay un gran ascenso de la izquierda abertzale y sitio sociológico amplio para la derecha española.
Sin embargo, sí es relativamente novedoso que, como está ocurriendo en las otras nacionalidades históricas, la izquierda nacionalista ha ganado por goleada a la desbarajustada izquierda de ámbito estatal, con el valor añadido de que, según pasen los años y la vinculación con ETA, que aún se saca a pasear en los últimos días de campaña, tenga menos y menos efecto sobre la voluntad de los votantes, sus posibilidades de crecimiento son enormes, dada el desgaste de una coalición gubernamental que no está sabiendo resolver ni los problemas propios de una sociedad envejecida, lo que se pone de manifiesto en el desastroso deterioro de Osakidetza, ni es capaz de ofrecer un futuro laboral a las jóvenes generaciones, mejor cualificadas que nunca pero que deben migrar en buena proporción.
A más largo plazo se adivinan otras cuestiones que irán cobrando fuerza: el crecimiento enorme de la población migrante, según pase el tiempo con más derechos electorales y capacidad para la transformación cultural del entorno, generando tensiones entre autóctonos y recién llegados como las que ya se viven sobre gran parte del suelo europeo, y la cuestión lingüística, por la que PNV y Bildu podrían perder popularidad en un contexto de globalización imparable.
Lo peor es que bajo ninguno de los esquemas políticos en liza se adivina un plan para parar la desindustrialización galopante del país. Seguimos aferrados a la transformación metalúrgica y el sector de automoción, en seria crisis internacional, mientras que fallan todas las apuestas que se han realizado para ampliar la oferta productiva (energías limpias y aeronáutica no están pasando por sus mejores momentos) y no se vislumbran nuevos sectores capaces de tomar el relevo (la electrónica y las telecomunicaciones no ofrecen más que posicionamientos de pequeño nicho, a la par que la industria farmacéutica y la bioingeniería son viejos sueños sin despegar).
Corremos serio riesgo de que, de la mano del calentamiento global, junto con el resto del norte peninsular, seamos nuevo destino turístico predilecto, y suframos el mismo deterioro económico y la gentrificación desmesurada que ya se está padeciendo en el este y sur de la península. Vienen malos tiempos y como pueblo reaccionamos poco o nada.

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