27 de abril de 2025 (1): Jorge Bergoglio ha muerto

Ha muerto el primer papa de nombre Francisco, americano y jesuita. No debería ser noticia para alguien que no cree, que casi desde su infancia no ha sido religioso y que piensa que, después de todo, este máximo pontífice católico tampoco hizo nada especialmente notable, pero tal y como están las cosas en el mundo que una de las instituciones más conservadoras y aún poderosas del globo pierda a un jefe supremo, no tan rancio y reaccionario como sus inmediatos predecesores, es una muy mala nueva.

No hay más que recordar, para entender de qué estoy hablando, que un grupo numeroso de gente, que se autocalifica de católica, ha rezado con vehemencia rogando que dios se lo llevara pronto (o el Espíritu Santo marró la elección o los susodichos son esbirros del maligno). Francisco era un grano en el culo de quienes siempre han contado con la Iglesia como colaboradora necesaria en toda clase de contrarrevoluciones. Aunque conservador en las cuestiones de sexo y familia, de lo que estoy seguro es que Bergoglio no ha ni habría protagonizado situaciones como la de Wojtyla reprendiendo públicamente a Ernesto Cardenal en su visita a Nicaragua, para prohibirle la administración de sacramentos después, de hecho el argentino lo rehabilitó; ni hubiera sido útil arma de uno de los bandos durante la denominada guerra fría; ni respaldado a organizaciones e individuos que abusaban u ocultaban el abuso de menores.

Pues bien, este máximo pontífice ya es historia y el catolicismo mundial tendrá otro líder en poco tiempo. Me temo, y creo que hay razones para ser pesimista, que la reacción recuperará el solio de San Pedro en sintonía con el giro retrógrado que están dando los acontecimientos en este dolorido mundo.

Habrá más de un progresista que piense que el color político del papado es irrelevante, pero no coincido con ese punto de vista. Hay más de mil doscientos millones de católicos teóricamente censados como tales y muchos otros millones que, sin serlo, comparten al menos las creencias cristianas. Se trata de una minoría de enorme peso en la sociedad occidental, que puede anteponer su posicionamiento religioso a su adscripción política con dramático impacto en el discurrir de los acontecimientos.

Veremos. En breve podré glosar el perfil del sucesor, el octavo obispo de Roma en lo que va de mi existencia (cuando nací Pío XII enfilaba sus dos últimos años de papado y de vida). Los papas, y sus idas y venidas, podrían muy bien servir para segmentar estos casi setenta años de historia, porque ellos tampoco se han podido evadir de las influencias y tendencias sociales, económicas y políticas de cada momento. Que el fallecimiento de Francisco no coincida con el triunfo del neoliberalismo más feroz y este no se apodere también del Vaticano. Amén.