26 enero 2025 (2): La evolución mercantil de Bilbao, todo un síntoma
- Javier Garcia

- 26 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 3 feb
Aunque ya casi ni se me note, soy bilbaíno, y confieso que añoro a mi ciudad natal, la que era, no la que es, porque como dice la canción: ¡Bilbao, Bilbao, ay cómo has cambiao!
Era una ciudad elegante, repleta de buen comercio y paseantes estupendamente vestidos. Ahora la milla de oro de la Gran Vía se ha transformado en la milla de las baratijas, y joyas y abrigos de visón han pasado a mejor vida dando paso a las prendas de usar un par de veces y tirar, para que se acumulen como residuos en alguna desgraciada esquina de África.
Dice un reciente artículo publicado en El Correo que cierran los talleres de arreglos (no merece la pena efectuarlos cuando la reparación es más costosa que el producto nuevo de ocasión), las pescaderías (cada vez hay menos peces en el mar y menos dinero en los bolsillos de los consumidores) y las librerías (se han sustituido los libros por los móviles y las aplicaciones nazis); y que abren centros de belleza y gimnasios, probablemente porque para estos negocios en ascenso las barreras de entrada en el mercado son exiguas (prácticamente no hay que gastarse un duro en adaptar la lonja) y porque, a falta de cultura y valores, buenos son los cuerpos.
¡Ah! Y aunque el texto no los mencione, la ciudad está repleta de negocios orientados al turistón: tiendas de recuerdos de tres al cuarto, expendedores de bocadillos insalubres y proveedores de complementos de chichi nabo.
Es triste ser testigo del ocaso de tanta esquisitez, más si lo comentado es indicativo de hacia dónde nos dirigimos o, peor, ya hemos llegado. Vivimos en una sociedad empobrecida, en cuyo contexto la juventud no puede tener planes de futuro y, menos, proyectos de vida (por eso también cierran las tiendas de artículos para el hogar) y, lo que es más preocupante, inculta, acrítica e ignorante de su propia decadencia. Contribuyen a esta abulia los partidos políticos, que se niegan a reconocer esa ruina, hasta el punto de que ni siquiera la mencionan, y las administraciones en todos sus niveles, que siguen actuando como si aquí no pasara nada.
En fin, que nos conformamos con un "like" de vez en cuando, después de haber posado como si fuéramos marqueses, gozando de un indefinido y sofisticado ocio. No me extraña que los dueños de las redes sociales lo estén celebrando a lo grande en Washington.

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