26 enero 2025 (1): Trump en segunda versión
- Javier Garcia

- 26 ene
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Trump tomó el relevo de Biden como presidente de los Estados Unidos el pasado domingo. Nada más ocupar de nuevo el máximo cargo político de la primera potencia mundial indultó a los asaltantes del Capitolio, quitó los estímulos a la industria y la energía limpias y arremetió contra los migrantes indocumentados.
Salvo la primera de las medidas, destinada a calmar el resentimiento de quienes en su momento le apoyaron, más allá de la legalidad, las otras, como las que se vayan a adoptar en fechas inminentes, son las que el capitalismo desea que rijan los próximos años; como, dicho sea de paso, lo fueron las que dictó la administración Biden para el cuatrienio anterior.
Es una evolución natural del sistema, dado que ahora es prácticamente único en el mundo. Ya no necesita, como en los tiempos de la guerra fría, templar sus deseos de lucro infinito. No tiene ningún modelo competidor frente al que mostrarse comparativamente superior. Así que, de un lado, ha incorporado a los grandes millonarios a los cargos públicos, para ejercer el poder político directamente, sin intermediarios de ningún género. Y, de otro, se ha quitado la careta y muestra a quien quiera verlo, que le preocupan un pimiento un elevado porcentaje de la humanidad, la suerte del planeta y el tipo de mundo que habitarán las nuevas generaciones, confirmando lo que ya se sabía desde hace muchísimo tiempo: que el capitalismo es incapaz de atender satisfactoriamente los problemas holísticos y, menos, de planificar a largo plazo.
En lo que respecta a las medidas anti migratorias, lo que hace la nueva administración de Washington refleja que los gigantescos movimientos humanos que el sistema ha promovido durante varias décadas ahora deben ralentizarse para que las cuentas cuadren y la vida de los potentados no vea amenazado su elevado estatus. La automatización reduce la necesidad de mano de obra de baja cualificación, así que los que fueron llamados a desempeñar esas funciones empiezan a sobrar, y más sus descendientes que, carentes de otras alternativas para la subsistencia, se pueden dar a la vida delictiva y alterar la tranquilidad de lo "buenos cristianos".
Como desgraciadamente he podido constatar durante décadas, las políticas y hasta las costumbres del gigante yanqui se exportan poco después a los arrabales del imperio. Así que también aquí se adoptarán ese tipo de medidas no pasado mucho tiempo. Lo único que diferencia la dictadura del dinero en su capital y en los extrarradios es que el imperio solo acepta la globalización unidireccionalmente, o sea, que los norteamericanos nos pueden vender lo que quieran, sin que sufran la presión de las tasas ni la competencia, pero nosotros no podemos hacer lo mismo con nuestros productos allí. Para implementar esa asimétrica relación comercial ya están posicionados en el viejo continente con unos cuantos virreyes de pacotilla, que harán lo que el Tío Gilito ordene.

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