25 agosto 2024 (1): Manteros y progresismo

Estamos en plenas fiestas de Bilbao (bueno, acabándolas) y, en su contexto, Bilboko Konpartsak (la asociación de comparsas bilbaínas), se ha manifestado en contra de las actuaciones de la Policía Municipal destinadas a limitar la venta ambulante, bajo el eslogan “dejad a los manteros en paz”. En su declaración han argüído que la situación de estos vendedores, sin papeles, los obliga a desempeñar trabajos precarios para sobrevivir y que los agentes los hostigan continuamente y confiscan sus mercancías. Como estrambote de su queja han denunciado que un mantero fue detenido por, presuntamente, agredir a uno de los policías.

Este posicionamiento de apoyo a la venta en la calle se realiza desde una actitud supuestamente progresista y de alineamiento con el más débil y, por eso, conviene hacer una reflexión mínimamente argumentada para asegurarse si defender esa clase de comercio es realmente un gesto solidario y representa un apoyo sincero a la clase social más necesitada.

Empecemos por la circunstancia de que se trata de inmigrantes ilegales. Sí, también comparto el principio genérico de que cualquier ser humano tiene el derecho de sobrevivir dignamente y, para ello, el de moverse libremente por el planeta. Pero la formalidad choca con la realidad de unos movimientos migratorios gigantescos que están concentrando la población en unos pocos y pequeños destinos vaciando grandes espacios; y esta no puede ser una solución a los problemas de la humanidad. Es necesario proporcionar bienestar y trabajo en los lugares de salida de esos enormes desplazamientos en lugar de ofrecer la miseria de sobrevivir en precario en las estaciones término de tan desesperados viajes.

La siguiente ilegalidad en la que incurren es aún más evidente: comercializan productos evitando toda clase de cargas impositivas; y aquí recuerdo a los bienpensantes que no hay nada menos progresista que no pagar tasas, porque el erario público, responsable económico de ayudar a los más pobres, se resiente, y porque otros modestos comerciantes, que sobreviven difícilmente contribuyendo lo que deben, se ven seriamente perjudicados por esta competencia desleal que, no lo olvidemos, no tiene como principales beneficiarios a los manteros, sino a los grandes fabricantes de ropa barata y pirata, que explotan sin miramientos a los obreros tercermundistas, eliminan puestos de trabajo dignos en el mundo desarrollado y contaminan el medio sin control alguno (el de allí, por la falta de reglamentación e inspección, y el de aquí, al tener que gestionar como residuos estas dudosas mercancías), y a mayoristas sin escrúpulos que usan a precios irrisorios a ese ejército de precarios vendedores para lucrarse.

Y termino, tampoco se beneficia el consumidor final, porque los productos réplica de las grandes marcas no ofrecen las prestaciones de estas a menor precio, sino que se caracterizan por una ínfima calidad y hasta por conllevar ciertos riesgos sanitarios, al haberse utilizado en su fabricación productos químicos sin los debidos controles.

Así que veo a estos comparseros, más que como solidarios fiesteros, como correctos acomodados, que se sienten más en su salsa practicando la caridad antes que demandando justicia.