23 junio 2024 (2): Ahora Pradales
- Javier Garcia

- 23 jun 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 24 jun 2024
El candidato del PNV ha obtenido la confianza del Parlamento Vasco para ser el nuevo Lehendakari. Lo ha conseguido merced a los votos favorables del PSE, lo mismo que varios de sus antecesores jeltzales.
Se trata de una coalición poco natural que se impone por lo que ambas fuerzas políticas se juegan en Madrid: el PSOE su permanencia al mando del Gobierno y el PNV su convivencia amable con la administración central, libre de los dolorosos procesamientos sufridos por los encausados catalanes tras los acontecimientos de aquel 1-O, y todavía con una levísima rendija abierta hacia la autodeterminación, mientras disfruta, ya por medio siglo, del poder casi omnímodo en esta tierra vasca.
Tras los sucesivos porrazos electorales, el nacionalismo vasco promete ser más sensible a los verdaderos problemas de la ciudadanía y dice disponerse a encarar el sanitario, que padecemos dolorosamente con una Osakidetza prácticamente desmantelada, o el demográfico, con un número de nacimientos del todo insuficiente para asegurar el natural reemplazo de las generaciones que van pasando a la condición de pasivas.
Hace falta que cumpla con estas promesas y que también enfrente con valentía y decisión otros importantes retos, como el de revalorizar el trabajo y retener a los mejor preparados.
Tengo la sospecha de que, más allá de algunas mínimas actuaciones que laven la cara nacionalista tras la inacción del largo periodo comandado por Urkullu, pocas cosas van a cambiar de verdad. Porque el PNV está en gran medida pilotado por la gran empresa vasca, que lleva décadas despreciando el valor de una clase trabajadora entre las mejor cualificadas de Europa y dejando que varias generaciones de jóvenes, extraordinariamente formados científica y tecnológicamente, rindan sus mejores capacidades en cualquier otro lugar del mundo.
En cuanto al papel del PSE en el ejecutivo, será el de siempre: cobrarse una modesta cuota de poder por el sostenimiento del ya vetusto sistema a la par que asegurar el alineamiento nacionalista con el Gobierno de Madrid.
El nuevo/viejo compromiso de estos dos socios tendrá estabilidad mientras en España gobierne la precaria alianza de izquierdas. Si esta fuera sustituida por un gobierno conservador y nacionalista español, el PSE se alejaría del PNV para marcar paso propio, mientras que los nacionalistas vascos no tendrían otra que reforzar sus planteamientos independentistas y acercarse a Bildu.
En cualquier caso, y tras esta nueva legislatura, el señor Pradales no va a reeditar su cargo fácil y reiteradamente, como lo hizo su predecesor; los jóvenes vascos prefieren la izquierda nacionalista al tiempo que, contradictoriamente, corren vientos internacionales favorables a la recentralización y el resurgimiento de las viejas grandes naciones-estado. En fin, veremos.

Comentarios