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20 abril 2025 (1): El domingo que brilla más que el Sol

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 20 abr
  • 2 Min. de lectura

Estamos en el día de la resurrección del Mesías cristiano, esa jornada gloriosa a la que, la verdad, en los tiempos que corren se me hace muy difícil hallarle ese lado gozoso que se le supone.

Personalmente me gustaría que resucitaran muchas actitudes y personas que, desafortunadamente, no creo que estén ungidas con la misma milagrosa capacidad de volver a la vida que Jesucristo. No vuelven algunos seres queridos de los que, parece, me despedí para siempre y seguiré echándoles de menos hasta mi propio final, tampoco otras grandes personas que he conocido, directamente o por sus obras que, contrariamente a la inmensa mayoría de los protagonistas cotidianos de hoy, pensaban y actuaban por el bien de la humanidad en su conjunto. En cuanto al estado general de cosas, hay una percepción de derrota ampliamente compartida, confieso que yo mismo, sin abandonar los ideales que siempre he tenido, cada día que pasa veo más inverosímil coronar la evolución de nuestras sociedades con su consecución. Se impone la ley del más fuerte, del codicioso, del insolidario, del excluyente... mientras ganan adeptos formas de pensar por las que la gente solo concibe su bienestar haciendo imposible el de los demás, cuando no mediante la eliminación ideológica o física de los distintos o discrepantes.

La globalización, ya lo veis, no ha servido sino para enrasar por abajo derechos e ingresos y, lo que es peor, cuando asomaba la remota posibilidad de que, al fin, valiera para algo, le han puesto freno o, mejor dicho, restringido a los aspectos de ella que solo benefician a la élite económica del mundo.

Y, para que se imponga este "ordine nuovo", han decidido tenernos acojonados con un sinfín de catástrofes, más o menos verosímiles. Aprendieron mucho de lo que les puede rentar una pandemia y ahora agitan el miedo a supuestos enemigos que presionan desde el Este (como en la Oceanía de George Orwell). Por si lo terrestre falla, tenemos a Apofis y a otro buen número de asteroides que amenazan nuestra "tranquila" existencia y hasta extraterrestres hostiles, no sé si venidos del planeta Raticulín. Y si lo escatológico no nos preocupa, nos amedrentan con los ocupas, los delincuentes (casualmente, siempre venidos de lejos) y hasta con cualesquiera otros congéneres que no casan con lo definido como correcto y vernáculo.

Y no se conforman con desesperanzarnos dejándonos bien clarito que no hay resurrección de ninguna clase, sino que se apresuran a avisarnos que tampoco habrá Pentecostés que valga matando, no sé si al Espíritu Santo, pero seguro que sí a la paloma de la paz. De Colúmbidas nada de nada, solo se ciernen sobre nosotros aves carroñeras.

 
 
 

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