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18 mayo 2025 (2): Incorrupta

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 18 may
  • 2 Min. de lectura

Estos días hemos visto desprecintar la caja donde reposaban los restos de Teresa de Jesús y, envueltos estos con nueva y bella vestimenta, mostrarlos al público en Alba de Tormes, para estímulo del turismo más necrófilo; disfrazado, eso sí, de devoción por la santa y su obra.

La supuestamente milagrosa conservación del cadáver fue justificante de la canonización de la literata y, supongo que por eso, la exhibición de su cuerpo despierta tanta curiosidad entre los mostrencos amigos de lo metafísico macabro.

Lo cierto, sin embargo, es que la preparación del tal muestrario óseo evidencia lo limitado del pretendido prodigio conservador de las reliquias, porque lo único que se deja a la vista del visitante es el rostro de una calavera escasísimamente recubierta por lo que parecen restos apergaminados de piel. Los abundantes documentales televisivos, dedicados a la maravillosa cultura egipcia, nos muestran momias, hasta diez veces más longevas que la santa amojamada y en mejor estado de conservación, sin que nadie apele a causas esotéricas para explicar que hayan llegado hasta nosotros tan pizpiretas; alternativamente, habría que darle el certificado de autenticidad a Osiris como dios del inframundo y quitárselo a las divinidades que ocupan el panteón contemporáneo.

Es lo que tiene vivir en los tiempos que corren, no hay espacio para lo inexplicable y menos para lo evidentemente fantástico.

A todo esto, lo poco que se muestra de la supuesta anatomía de la doctora de la Iglesia no aclara lo de su brazo y mano desperdigados por la España de los portentos; aunque no sería extraño constatar que la monja tuviera más extremidades que la gorgona serpientes por cabellos.

En fin, que esta historia se asemeja peligrosamente a la de los supuestos restos de Cristóbal Colón, a los que alguien dedicó todo un programa en la televisión pública sin que se mostraran evidencias de que, efectivamente, los escasos y deteriorados huesos mostrados pertenecieran al insigne navegante. El negocio es el negocio y, en ocasiones, los muertos están más vivos que los vivos por obra de los vivos del mercadeo.


 
 
 

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