17 noviembre 2024 (2): Supervivientes
- Javier Garcia

- 17 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 nov 2024
Hubiéramos querido que la actuación del ejército, de las fuerzas de orden público, de los bomberos y de los voluntarios habría redundado en un mayor número de rescates de supervivientes de las terribles riadas que asolaron Valencia, pero desgraciadamente quienes fueron arrastrados por las aguas tuvieron una casi nula oportunidad de aferrarse a algún anclaje seguro y, con ello, a la vida.
Todo lo contrario que el señor Mazón que, en su comparecencia ante el parlamento valenciano, ha recurrido a numerosas agarraderas y tirado más balones fuera que el más tuercebotas de los defensas. Todos han tenido mayor responsabilidad que él, que en esencia ha sido, como quienes fallecieron, víctima de las desfavorables circunstancias.
Por mucho que se niegue o se bromee al respecto, en España el verbo "dimitir" sigue malentendiéndose como expresión rusa sin claro significado, así que ni el presidente de la Generalitat ni ninguno de sus secuaces ha entregado la chapa. Todos ellos prometen vaciarse en la reconstrucción tras la catástrofe, mientras muchos malpensados oyentes se preguntan si lo que quieren decir es que se disponen a anegar otra vez la devastación con sus aguas mayores para dejar sitio en sus tripas a nuevas cuchipandas perpetradas en reservados.
Pero esta clase de inhundibles abundan en cualquier espacio inundable; que, por cierto, suelen llenar de construcciones precarias para gloria de sus cuentas. Es también el caso del siguiente presidente de los Estados Unidos, que ha pasado de imputado a tener la manija para el nombramiento de los más altos jueces, o el hijo de Bob Kennedy que, por la vía de oponerse a las vacunas, se ha erigido en el defensor oficial de la salud de los norteamericanos (en la próxima pandemia va a haber un montón de seguidores inquebrantables que van a limpiar sus tubos digestivos con lejía).
Pero la más inhundible de pro es la señora Ayuso que, haga lo que haga y diga lo que diga, encanta a sus fieles seguidores. Da igual que solo responda a los periodistas cuando lleva pinganillo o que viva, sin casarse, al estilo de las antiguas barraganas que seguro desprecia, y en contra de la sagrada doctrina de la Iglesia, con otro inhundible, a pesar de estar este enfangado entre sospechas de manipulación documental e impago de las debidas tasas.
Los demás, los mortales de a pie, nos ahogamos a nada que llueva con mínima desmesura. Y lo peor de todo, en cuanto pasan unos días de la catástrofe, aquí paz y después gloria para los que siempre sobreviven.

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