17 marzo 2024 (2): Sumar sigue dividiendo
- Javier Garcia

- 17 mar 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2024
Las elecciones gallegas y la compleja situación de la izquierda alternativa ante las vascas y catalanas demuestran que el proyecto de Sumar, que se ha construido en clave personalista, no ha supuesto una superación de las limitaciones y errores de Podemos. Peor aún, ha prescindido de casi todo lo bueno que encarnó el partido surgido del movimiento 15M para parecerse demasiado al PSOE, de modo que no tiene mucho sentido darle el voto. Si uno está por una suave socialdemocracia bien avenida con el imperio, ya tiene la alternativa socialista, y si anhela una izquierda más decidida por alterar el estado de cosas, aquí y en el resto del mundo, o se mantiene fiel a lo poco que queda del naufragio de Podemos o niega su voto a la espera de que, en otro momento y con algún otro nuevo protagonista, sea posible propiciar un cambio socioeconómico de cierta envergadura.
Sumar, además, no va a desempeñar ningún papel significativo en la presente legislatura, ya que la continuidad de esta va a depender mucho más del éxito del diálogo entre socialistas y nacionalistas que del escaso peso parlamentario de la organización encabezada por Yolanda Díaz. Perdido el Ministerio de Igualdad, Sumar ni siquiera va a protagonizar la movilización en favor de la mujer y el género libremente elegido.
A la señora Díaz no le bastará con sacar su lapicero a pasear para desmentir las cifras en las que se soportan las posiciones de la derecha, se le va a exigir un planteamiento político diferenciado del que representa el Presidente del Gobierno; tarea harto difícil cuando se ha rodeado de gente que abandonó la disciplina de Podemos por la puerta de quienes no respetaban las decisiones colectivas que, claro, se ubicaba a la derecha del amplio espectro de pareceres que configuraban este movimiento y muy cerca del posicionamiento tradicional del PSOE.
Para empeorar aún más su futuro, la falta de tirón de este Sumar ha engordado a las izquierdas nacionalistas, que gozan hoy, y para muy largo tiempo, de un nutrido voto prestado a juzgar por las circunstancias. Así las cosas, para muchos izquierdistas españoles, sus ideales sociales solo podrán materializarse en el caso de la secesión de sus territorios; lo cual podría no ser ni bueno ni malo, si no fuera por lo mal que se han llevado los ideales de clase con los sentimientos nacionales, siempre con la preeminencia de los segundos.
En estas circunstancias se adivina un futuro protagonizado por el enfrentamiento del nacionalismo español contra los nacionalismos periféricos, con un PSOE actuando de árbitro mientras el ascenso de esos nacionalismos históricos no llegue demasiado alto; cuando estos superen una determinada cota, hasta el partido socialista dejará de tener un peso significativo en España. Falta saber si en ese escenario futuro el progresismo podrá jugar o no un papel relevante y cómo.

La verdad es que la cosa es desoladora