16 marzo 2025 (1): Hay que diferenciar lo correcto de lo bueno
- Javier Garcia

- 16 mar
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En esta sociedad de la apariencia y las formalidades suceden desgracias irreparables por confundir lo que queda bien con lo que realmente es beneficioso para una gran mayoría de ciudadanos. Y eso se hace particularmente patente en el caso de la movilidad. Resulta que ahora bicis y patinetes parecen ser la receta infalible contra el calentamiento global causado por las emisiones de dióxido de carbono y no se contrastan sus supuestas virtudes con la multitud de inconvenientes que su uso desaforado plantea.
Cualquier ciudadano sabe que los mencionados dispositivos móviles atestan nuestras ciudades y que una buena parte de ellos desoye la normativa: circulan por aceras y/o a velocidades que exceden los límites establecidos para ellos, con el patente peligro para los peatones y, muy especialmente, para las personas que, por su edad o limitaciones de toda índole, tienen disminuidos la movilidad, los sentidos o los reflejos.
Acabo de leer que en Cruces (provincia de Bizkaia) un patinete atropelló a un hombre setentón que, tras permanecer once días ingresado, ha fallecido. El autor del homicidio imprudente se dio a la fuga y aún no ha sido identificado y menos detenido. Con posterioridad se ha matizado la noticia en el sentido de que no se sabe con certeza la causa del deceso, pero en cualquier caso el tal accidente es verosímil como culpable de la muerte del viandante.
Desgraciadamente, estos hechos terribles empezarán a ser frecuentes dada la proliferación de estos vehículos, la conducción insensata de muchos de sus propietarios y la escasa presencia de la autoridad competente a la hora de imponer la normativa de circulación vigente.
Se hace imprescindible, pues, que se vigile y se coaccione positivamente para que quienes se mueven sobre bicicletas y patinetes respeten los límites de velocidad y espacio establecidos para ellos.
Y, termino, lo mejor para el medio ambiente es desplazarse a pie (la mayoría de quienes lo hacen sobre ruedas impulsadas por sus propias fuerzas o pequeños motores eléctricos no encaran distancias insalvables andando). Y, si se quiere efectuar recorridos algo más prolongados, para eso está el transporte público.

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