16 junio 2024 (2): Para lo que debe servir la política
- Javier Garcia

- 16 jun 2024
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Elecciones van y vienen y la ciudadanía no ve que nadie proponga, ni mucho menos, ponga en práctica políticas que encaren los graves problemas a los que la gente se enfrenta cotidianamente.
Fijándome en el País Vasco, lo primero que deberían hacer los cargos con capacidad legislativa y ejecutiva es devolver a esta ciudadanía el valor de su trabajo cualificado. Eso significa estimular la actividad económica de alto valor añadido, la contratación de jóvenes bien cualificados, lógicamente pagados en consonancia, y la innovación tecnológica. Al tiempo que se ha de penalizar fiscalmente la economía fundada en la especulación, el rentismo y las actividades de bajo valor añadido.
Otra política imprescindible es la conducente a que todo el mundo tenga la posibilidad de acceder a una vivienda digna. Se imponen medidas similares a las ya adoptadas en Alemania, tales como esa que determina el precio del alquiler por metro cuadrado dependiendo de la edad del edificio y el barrio en el que se encuentra, o aquella otra que ponga fuera de la ley la mayor parte del negocio de los pisos turísticos.
La tercera irrenunciable es refundar todas las políticas sociales, con especial énfasis en la reconstrucción del edificio deliberadamente demolido de la atención sanitaria universal y gratuita.
Y sumo a todo esto una cuarta que acabe con el dopaje sistemático y sistémico al que buena parte de la población se ha plegado. Apunto aquí al respeto estricto de los horarios en bares y restaurantes y de las limitaciones al tabaco en cualquier espacio público (incluyendo los ubicados al aire libre), y añado la lucha sin cuartel contra otras drogas, principalmente todos los derivados del cannabis, la cocaína, los estimulantes y los opiáceos, de origen natural o de producción sintética. Existe una preocupante tolerancia social con estos venenos, refrendada por la actitud pasiva de las distintas policías, que hacen bien poco por cortar los suministros ilegales por obediencia a un sistema que no ve mal el aturdimiento de los ciudadanos desilusionados. Y, por todo eso, se hace necesaria una concienciación colectiva acerca del perjuicio intolerable que causan todos estos agentes psicoactivos en la salud de la población y, muy particularmente, en la de los niños y jóvenes. Al tiempo, se hace precisa la movilización de todos los recursos del estado para combatir esta plaga o, alternativamente, proceder a una legalización masiva que, por lo menos, acabe con el mercadeo ilegal y proporcione interesantes ingresos vía impuestos; siempre, claro, protegiendo a los menores de edad de su incalificable captación por parte de los mercaderes de la anulación cerebral.
Quien realmente proponga o, mucho mejor, dé alguna respuesta a estos problemas estará haciendo política de la buena. Lo demás, eso de insultarse en los parlamentos, es basura propagandística.

Pues ya ves, en Occidente la cosa va justo en sentido contrario a lo que propones y que sabes que comparto. Jamás pensé en mi juventud que viviría esta distopía.