14 julio 2024 (3): ¡Viva Calígula!

Vivimos en un imperio en descomposición, y uno de los síntomas más evidentes de su decadencia es la naturaleza y estado de su emperador.

El que tenemos ahora es un octogenario que en su casa no le dejarían ni calentar la leche. El tal acaba de liderar la cumbre de la OTAN en su 75 aniversario, circunstancia que el venerable anciano ha querido aprovechar para intensificar su exposición pública y demostrarnos lo apto que es para dirigir el mundo otros cuatro años más. Total que, escoltado por Zelenski, ha glorificado la lucha por su pueblo, inasequible al desaliento, de… Putin. Y no conforme con meter la pata hasta el zancarrón en asuntos internacionales, en lo doméstico ha confundido a su más estrecha colaboradora, la vicepresidenta Kamala Harris, con su contricante político Donald Trump.

Y le poníamos de vuelta y media a Calígula por nombrar a su caballo Incitatus cónsul, o a Nerón por tañer su lira mientras ardía Roma.

Más próximo en el tiempo y en el espacio, el imperio católico en el que nunca se ponía el Sol se vino abajo cuando lo regía un enfermo, calificado de hechizado, resultado de los continuos cruces consanguíneos de sus antecesores. Por cierto que, como ahora hay algún chamán próximo al cabecero de Biden asegurando la buena función de su cerebro, aquel también tenía médicos de los más prestigiosos de su tiempo, pero al igual que algunos de los de ahora nada científicos e ineficaces, que lo obligaban a ingerir cantidades desmesuradas de aceite de oliva como tratamiento de sus males, con el resultado de tripas deslavadas y nula absorción de muchos alimentos (que conste que idolatro al aceite de oliva virgen extra, obtenido por presión en frío, pero todos los excesos son desaconsejables).

Podría seguir con la lista de nuncios del desastre imperial y sus facultativos de cámara, pero creo que para identificarlos, y confirmar la debacle que se avecina, basta con los casos glosados. Nefastos ejemplos previos a los que hay que sumar en las últimas horas un intento de asesinato de Donald Trump de corte tragicómico. Que el tiempo de la barbarie subsiguiente nos sea propicio.