14 diciembre 2025 (2): Torrejón de Ribera Salud

El escándalo del audio destapado del mandamás del hospital público de gestión privada Universitario de Torrejón no ha revelado nada que cualquiera con dos dedos de frente no intuyera. Por muchas razones, la primera, esencial, es que un negocio descansa sobre unos fundamentos entre los que no se cuentan la humanidad y el bien común. Debiera de entenderlo ese tercio de españoles que paga religiosamente su cuota mensual para disfrutar de una medicina privada que solo le atenderá si sus problemas son de los que se consideran rentables, según qué seguro se apoquina. Así que en realidad en la sanidad privada la mayoría no paga para que la curen, sino para que un facultativo dedique cierto tiempo a decirle que no tiene nada costoso que tratar, para que pase su ingreso en una habitación individual, no comparta espacio con ningún otro enfermo, y que su familiar acompañante disponga de un lecho más cómodo en el que pasar las noches de duermevela con el enfermo. Todo esto que te ofrecen, claro, es de coste tolerable para el margen que se pretende y calculable sin gran espacio para el error; lo demás, esas patologías serias que exigen complejas intervenciones quirúrgicas o carísimos tratamientos, resultado de la extrema codicia de las farmacéuticas, que las atienda Rita la Cantaora, o sea, la sanidad pública. Y añado el elemento que faltaba a este puzzle: las pruebas diagnósticas, supuestamente accesibles en mucho menos tiempo y sin listas de espera, son pura propaganda; gran parte de la atención privada está hoy tan saturada como la pública y... ¡ah! En la mayoría de los casos exigen desembolsos adicionales a la póliza.

En definitiva, la sanidad contratada solo es solución integral para los potentados, que pueden pagar lo que sea por su atención, no privada, sino exclusiva. Para la grandísima parte de los mortales es una opción que aporta un plus de comodidad en casos de pequeña o nula gravedad: partos, traumatismos de escasa monta, odontología, estética...

Termino, eso sí, manifestando que el boom de los "particulares" (como los llamábamos alguna década ha) tiene también que ver con el deterioro de los servicios públicos, deliberado por parte de alguna autoridad política, entre la que medran muchos escaladores, solo interesados en su propio beneficio y, prácticamente nada, en la salud de sus administrados.