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14 diciembre 2025 (1): Lo que dicen los inventos de la Profesora Corrección del mundo de hoy

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • hace 3 días
  • 3 Min. de lectura

Cuando empiezo a escribir este artículo acabo de desayunar y, para ello, he tenido que aplicarme a abrir el dichoso cartón de leche. No hace falta que os explique lo engorroso de la tal operación y el riesgo que se corre de verter fuera de sitio el líquido contenido, a nada que uno no ponga la máxima atención en la tal maniobra mañanera. Afirman quienes obligaron al cambio de diseño que el invento de la diabólica rosca tiene como fin el que la misma no se desacople del resto del contenedor del líquido y, de esa forma, todo vaya sin pérdida al reciclaje. Por supuesto que el dichoso ingenio de Fierabrás también se aplica en las botellas de agua y refrescos, frecuentemente con radios del cuello bastante más grandes, lo que dificulta en grado superlativo la apertura, a nada que el usuario tenga mermadas sus fuerzas o sufra de la más mínima afección en las articulaciones de sus manos.

Creo sinceramente que, por mucho que esta crítica pública la comparta con personajes de la derecha, por cierto, del mismo color político de quienes instauraron la normativa, la lucha contra la proliferación de residuos plásticos no pasa por reciclar, sino por limitar sensiblemente su producción y uso. Es decir, que corresponde a los estados, o a las organizaciones políticas supra estatales, legislar y regular al respecto para que el embalaje no pese más que el producto, que es lo que pasa ahora. Y no se hace porque es más fácil cargar al ciudadano corriente con la responsabilidad del reciclaje que limitar el gran negocio de la industria química, productora de los polímeros causantes del desaguisado.

En la misma línea disparatada se fabrican bolsas hechas con materiales fácilmente degradables que, por tanto, son sumamente endebles; con lo que, evidentemente, no se soluciona el problema. Mejor opción es la preponderante en los Estados Unidos: los famosos (por las películas) y enormes cartuchos de papel.

En otro orden superior de impacto ambiental se sitúan los coches denominados híbridos, porque, además del motor de combustión, cuentan con uno eléctrico de chichinabo que, habitualmente, da paso al de gasofa al cabo de unos pocos metros de conducción. Lo digo sin cortarme un pelo: sirven de blanqueo de los combustibles fósiles, dado que no disminuyen significativamente el consumo de estos y, peor, encima acumulan otras fuentes de problemas, al requerir sus insuficientes baterías de su gestión como residuo y al ocasionar a los propietarios más dolores de cabeza, ya que acomplejan la mecánica y multiplican las averías. Los automóviles, si se quiere que sean más "verdes" de verdad, han de ser de emisión cero de gases de efecto invernadero, ellos y sus fuentes primarias de energía. Si no, estamos de postureo.

Y acabo con unas polémicas tan recientes que todavía son vigentes: en el ámbito de la Unión Europea se ha exigido a los criadores de aves en libertad que las estabulen para evitar los contagios de gripe aviar desde los pájaros silvestres a los alados domesticados. Tengo serias dudas en torno a esta medida, porque si bien esta precaución puede, efectivamente, dificultar la transmisión de la enfermedad desde los animales salvajes, la facilita enormemente entre las aves de corral, por su hacinamiento en pequeñas superficies, escasamente ventiladas. Y mis sospechas de que tras todo esto hay intereses inconfesables crecen cuando advierto que todo ha ocurrido bajo una fuerte presión por elevar los precios de los huevos y la carne blanca, sabiendo quiénes son los beneficiados y los perjudicados por esta decisión. Los primeros no son otros que los grandes criadores, que engordan a millones de gallinas y pollos, principalmente; no importándoles una higa el bienestar animal ni sus condiciones sanitarias y las de sus consumidores. Y los segundos los que crían a estos mismos dinosaurios supervivientes (hasta ahora) en libertad y algunos hasta bajo criterios ecológicos. Ahora va a resultar que lo nefasto para animales y humanos es lo bueno, y lo que el sentido común apunta como deseable lo dañino. A otro perro con ese hueso.

Y no conformes con la crisis de las gallináceas también se cierne sobre nosotros y, más particularmente, sobre los catalanes, la peste porcina africana. No veáis, el sueño húmedo de los cazadores, que inmediatamente se han puesto a su tarea: matar porcinos salvajes como si el mañana estuviera amenazado por esos pobres verracos y sus infortunadas progenies. Sustituidas las plumas por los pelos, vuelta a las andadas: elevar a la categoría de solución el genocidio de los jabalíes y, de su mano, el exterminio de cualquier forma de fauna salvaje, porque también molestan los lobos y osos. Y todo esto antes de que se supiera el origen de la epidemia, que ahora parece que tiene muchas probabilidades de haberse desencadenado por la liberación de una cepa vírica que solo tiene residencia en laboratorios biológicos.

 
 
 

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