13 octubre 2024 (1): Catástrofes demográficas
- Javier Garcia

- 13 oct 2024
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En este mundo convulso que habitamos abundan las catástrofes de todas las naturalezas y, entre ellas, despuntan como las más letales las que afectan a la pirámide poblacional equilibrada. En este capítulo hay que lamentar, en primer y principal lugar, los genocidios, como el que se está cometiendo en Oriente Medio para que los miembros de un colectivo, de pedigrí debidamente contrastado, ocupen la tierra que, según estos beneficiarios de la masacre, su dios prometió a sus patriarcas; o los numerosos, pero menos populares, que se perpetran en África ante la indiferencia general de los habitantes del primer mundo.
Pero las guerras no solo se llevan por delante a los heridos y fallecidos, arrasan poblaciones enteras por la migración forzada de quienes escapan para no integrarse en los ejércitos enfrentados o evitar el riesgo de perecer en un bombardeo de esos que, para los medios de comunicación, no tienen otro propósito que destruir alguna infraestructura. Es el caso de los millones de rusos y ucranianos que han tomado las de Villadiego o, volvemos a la tragedia africana, de todos los subsaharianos que huyen de los conflictos enquistados hacia el soñado norte.
Y termino con un drama menos mortal pero más próximo, el de muchos de nuestros jóvenes que, por mor de unos salarios ridículos y unas viviendas que han dejado de ser un derecho para convertirse en activos financieros, han de largarse adonde les vaya un poquito mejor, normalmente a miles de kilómetros de su lugar de origen.
El resultado de todo esto es un mundo digital, constituido por dos mitades a cuál más absurda: la invivible, que se vacía, por todo lo que he explicado más arriba y, también, por el cambio climático que está destruyendo los ecosistemas hasta tal punto que ni los humanos más avispados saben qué hacer en lugares tan desolados, y los destinos de los desahuciados que, al paso que van, serán tan insoportables como sus puntos de origen, porque quedan cada vez menos estaciones término envidiables, ya que las tales se están llenando a tal velocidad que, en muy pocos años, se saturarán de demandantes de una vida digna y terminarán igualmente degradadas.
Si a todo eso le sumamos que solo se reproducen quienes están en la indigencia y solo tienen dinero los que menos lo necesitan, porque les sale hasta por las orejas o están al final de sus existencias, el escenario no puede ser más deprimente.
¡Ah! Hasta aquí se me olvidaba hablar de los movimientos causados por las catástrofes naturales que, empujadas por la intervención humana, también han disparado su frecuencia. No hay más que ver los cinco millones de residentes en Florida que han abandonado sus hogares y modos de vida para escapar del huracán Milton. Tengan mis pacientes lectores la seguridad de que muchos de ellos jamás retornarán de este siniestro viaje y se asentarán en algunos otros lugares de los Estados Unidos meteorológicamente más sosegados.
La humanidad es como Othar, caballo de Atila, donde pisa no crece la hierba.

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