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12 enero 2025 (3): El incendio de Los Ángeles

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 12 ene
  • 2 Min. de lectura

Leemos en la prensa, y vemos en televisiones e internet, acerca del pavoroso incendio que está devorando esta gigantesca megápolis del Sudoeste norteamericano, al parecer sin respeto por los barrios de los mil millonarios y las estrellas de Hollywood.

La primera conclusión de esta horrible tragedia es que los humanos somos muy poquita cosa, aunque contemos con cuentas bancarias estratosféricas. Somos vulnerables, una más de las especies que pueblan este mundo; como las otras, susceptible de ser aniquilada por los cambios del medio; en este caso concreto suscitados por nosotros mismos, ya que el fuego californiano tiene mucho que ver con el calentamiento global antropogénico.

La segunda es que el estado es necesario, imprescindible. Es más que probable que el monstruoso incendio y su imparable avance se hayan visto favorecidos por la pobre dotación de medios públicos para luchar contra las catástrofes naturales (se habla ya de carencia de agua y bomberos). Y esto sucede en un territorio donde las grandes fortunas esconden sus dineros en paraísos contributivos e imponen reducciones fiscales a sus enormes ingresos y colosales patrimonios por la vía de ejercer su insoportable presión sobre los políticos. Que los inteligentes saquen conclusiones: el esfuerzo del contribuyente no solo sirve para que los más desfavorecidos cuenten con un mínimo de servicios sociales, sino también para ayudar a cualquier persona que se halle en peligrosas circunstancias por mor de la imprevisible naturaleza o la humana maldad.

Y la tercera lección de esta tragedia es que nadie está libre del riesgo de vivir alguna catástrofe de esta naturaleza. Lo ha experimentado la península Ibérica recientemente, con la dana que asoló el Levante y varias otras regiones europeas, también devastadas por inundaciones imparables y, termino la lista, hace pocos días la zona próxima al techo del mundo, por el efecto de un brutal seísmo.

Insisto en que, ante estas imparables circunstancias, solo un estado fuerte y adecuadamente dotado puede paliar el dolor de ricos y pobres. A ver si de una vez se cercioran algunos de que el paraíso privado no existe, y no puede haberlo porque todos estamos hechos de la misma urdimbre biológica. Punto.

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
13 ene

Aunque el calentamiento global algo influirá, aquí como en el caso de Valencia la clave está en una planificación urbanística, en zonas inundables en el caso peninsular, en medio de un bosque mediterráneo altamente pirófilo en el caso californiano. Añádele que se construye casi exclusivamente con madera, que el suministro del agua está en manos de una 1 familia, que no tenían reservas de agua, que los hidrantes no tenían presión, que la alcaldesa redujo la dotación de bomberos... en fin

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