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11 agosto 2024 (1): Puigdemont, tocata y fuga segunda

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 11 ago 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 10 nov 2024

No quería que el largo culebrón catalán mereciera más artículos, ni siquiera para comentar el nombramiento de Salvador Illa como nuevo President de la Generalitat, pero Puigdemont quiso ser de nuevo protagonista. Avisó que se personaría en el pleno de investidura del candidato socialista y... lo hizo. Bueno, lo cierto es que no se presentó en el interior del edificio del Parlament como había casi prometido, sino que dio un breve mitin en sus inmediaciones, escoltado por sus más incondicionales.

Hecho ese breve y medido acto de presencia, desapareció tan rápido como había llegado, burlando la vigilancia a la que, según rogativa judicial, estaba sometido con la intención de apresarlo.

La sucesión de todos estos acontecimientos deja con el culo al aire a mucha gente, en primer lugar a la Generalitat de Catalunya, representante del Estado en su territorio, que no supo ejercer la autoridad que le está conferida; en segunda posición al propio cuerpo de los mossos que, o es del todo incompetente, o está mayoritariamente constituido por agentes que no obedecen las órdenes que reciben; en tercer lugar, a la judicatura, que actuó como detonante del barullo generado al recurrir a una triquiñuela jurídica para evitar que el antiguo honorable se beneficiara de la amnistía y, sobre todo, y en cuarto lugar, al propio Puigdemont, que se aprovechó de una Generalitat pusilánime, un cuerpo policial autonómico que va por libre y un sector de la judicatura, al parecer más inclinado a hacer política que justicia, para alcanzar un protagonismo para el independentismo y su famoso procés que las urnas habían negado.

Pudo obtener aún más rédito político si hubiera tenido la entereza de aguantar su apuesta impertérrito, a la espera de que inevitablemente alguien realizara la detención solicitada por el juez, pero su presencia de ánimo no fue la suficiente y, como la primera vez, tomó las de Villadiego, digo de Waterloo.

Creo que demostró ser muy pusilánime, ya que el tiempo que en esta ocasión le esperaba privado de libertad era presumiblemente breve y el sacrificio lo hubiera encumbrado a los altares de la patria. Pero, amigos míos, nunca fue un héroe, especie harto escasa en los tiempos que corren, y prefirió la vida libre y acomodada que le proporcionan no se sabe qué amigos y recursos. Total, que creo que su carrera política ha acabado, ya que no puede desempeñar ningún otro papel trascendental en el futuro. Bueno, él y sus seguidores más acérrimos podrían hacer descarrilar la precaria gobernabilidad actual de España; pero si así procedieran, entonces sí que debería esperar a la jubilación, o a la más absoluta senescencia, para volver a pisar la tierra de los segadors.

 
 
 

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