10 marzo 2024 (2): Día internacional de la mujer
- Javier Garcia

- 10 mar 2024
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Anteayer se celebró la jornada dedicada internacionalmente a reivindicar los derechos de la mujer. El primero, por supuesto, el de la vida, que es ampliamente conculcado en todos los rincones del planeta por quienes creen que las hembras de nuestra especie son propiedad de los machos que, consiguientemente, pueden hacer lo que desean con ellas. El segundo, violado por las mismas razones que el primero, es el de la posesión del propio cuerpo, que no es transferible a ningún tutor, sea este padre, hermano o marido de la mujer en cuestión. Y el tercero digno de mención especial es el tratamiento igualitario, no solo ante la ley, sino también en el ámbito privado de las relaciones humanas, comerciales y laborales.
Desgraciadamente, mientras que, creo, hay un consenso mayoritario en lo que respecta a respetar los dos primeros, no ocurre lo mismo con el tercero, porque el capitalismo entendió la incorporación de la mujer al trabajo como una oportunidad para devaluarlo y encoger los salarios de hombres y mujeres. Hasta el punto de que lo que debiera haber servido para liberar a las segundas de la dependencia económica de algún hombre, significó, y en buena medida aún significa, una seria dificultad para la emancipación de unos y otras, ya que las rentas del trabajo son tan magras que no hay hogar que hoy se pueda mantener con una única nómina o con la dedicación a media jornada de cada miembro de la pareja (y eso segundo sí que hubiera representado una liberación, a la vez que proporcionado el tiempo necesario de dedicación a la familia; otro gallo cantaría en materia de natalidad si ese hubiera sido el caso).
En cualquier circunstancia, ese tercer derecho, en realidad demandable por cualquier género, es de los que el sistema no quiere ni oír hablar, así que anda mareando la perdiz con "me toos" y "se acabós" para la galería, mientras se sigue ignorando el tema económico o, peor, profundizando en la desigualdad de la mano de otro colectivo perjudicado, el de las migrantes, que mayoritariamente desempeñan su actividad laboral rodeadas de las tinieblas de la economía sumergida.
Así que, por favor, dejémonos de progresía de salón y exijamos lo que esta sociedad necesita para salir del impasse socioeconómico en el que se halla sumida: revaloricemos el trabajo hasta los niveles que merece, castiguemos el rentismo y ofrezcamos a las nuevas generaciones empleo digno y tiempo para la familia, del que andan más pobres que de dinero, y mira que es difícil.

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